sábado, 14 de marzo de 2009

Capitulo 5.

La posada Hogar sin fuego se encontraba colmada de clientes, muchos eran viajeros que estaban de paso por Lirien, otros eran vecinos habitúes del lugar, que todas las noches se juntaban a beber y contar sus días, nada era fuera de lo cotidiano.
Nada, menos esas dos figuras encontradas en una de las últimas mesas.
Leiden miraba con asombro a Haramell, era extraño, años habían pasado desde que sus ojos se vieron reflejados por última vez en los de su amigo. Y el sentía que el tiempo no los había visitado, parecía ser que el correr de los días les había sido ajeno.
Al mirar a Hara recordaba tantas aventuras de niños, las veces incontables que su amigo lo había seguido en sus locuras.
Las travesuras que juntos habían conocido, los secretos compartidos.
Los ojos de Leiden se ahogaron en lágrimas al recordar esa extraña noche, donde fue despertado por los gritos de Armel, buscando ayuda. Entre llantos desesperados, la joven solo pudo describir la soledad que había encontrado al volver del trabajo, en la casa que compartía con Haramell, y revelaba una triste realidad, Hara se había ido.
Siete años habían transcurrido, siete largos años en donde noche a noche miraba las estrellas y se preguntaba donde estaría su amigo, si estaría bien, o si aun estaría vivo. Tantas preguntas que nunca tenían respuesta podían morir en ese momento, al darse cuenta que la ausencia era parte del pasado, en frente estaba sentado Haramell, su amigo, su hermano.
-te noto callado, en que piensas? Hara se vio obligado a romper ese silencio.
-En ti, en mi, en Lirien antes, durante y después de tu partida. En la noche en que muchas cosas murieron con tu ida. Y ahora tanto tiempo después de ese momento, sigo sin entender, creo que estoy viviendo un sueño, que puede volverse en pesadilla si despierto y tu no estas. No solo necesito, sino que también creo que merezco saber que fue lo que paso.
- mi querido amigo, tantas veces buscamos respuestas a preguntas que no las tienen, tantas veces intentamos entender algo, por mas mínimo que sea, de esta cosa extraña que cotidianamente llamamos vida, ahora trata de preguntarte a ti mismo, es necesario intentar entender, o es mejor disfrutar lo que nuestros ojos ven, lo que nuestro oídos oyen, o lo que simplemente queremos creer.
- no estas diciéndome lo que quiero escuchar, fueron 7 años de convivir con una ausencia sin explicación.
- en verdad eres obstinado Leiden, no recordaba esa cualidad tuya… que quieres saber?
- empecemos por esa noche, creo que es lo mejor.
- Bien, ese día se cumplían 3 años de la desaparición de mi padre, tú sabes muy bien que no es una buena fecha para mí. Había deseado estar todo el día solo, recordándolo en los rincones que compartíamos en nuestra casa. La noche se estaba haciendo notar, y sentí algo extraño, prácticamente no había pisado la habitación de mi padre, pero esa noche sentía la necesidad de entrar en ella.
Las cosas estaban prácticamente iguales a como el las había dejado, lo único nuevo en ese lugar era el polvo acumulado, y las telas de arañas en algunos sitios.
La cama permanecía hecha, la ropa en su placard, nada demostraba intenciones de no regresar. Mi padre se había ido sin llevarse nada, solamente su ser.
Recuerdo el sentarme en su escritorio, contemplando los incontables dibujos que durante mi infancia le había regalado, él los conservaba como si fueran su mayor tesoro.
Me sentía un extraño en mi propia casa, sentado en un lugar que tantas noches había visto a mi padre, desde su escritorio las cosas parecían distintas, más grandes de lo habitual.
Ninguna luz estaba encendida, la poca claridad que me permitía ver provenía de Quamar la quinta luna, ese resplandor sin duda generaba mucha angustia en mí.
Estoy seguro de que en algún momento la tristeza hizo que quisiera cerrar los ojos, y sin mas dolor morir, pero a cambio de eso decidí dejarme vencer por un profundo sueño.
Ahí estaba, era mi padre, sentado en el lugar que segundos antes ocupaba yo, lo recuerdo bien, él lloraba mirando un retrato de mi madre.
Terniss, Terniss repetía, solamente obtenía como respuesta la misma soledad.
Fue culpa mía, no debí dejarte ir sola, porque, porque, porque…
No entendía bien a que se refería, a donde es que mi madre había partido, porque él no la había detenido, y ahora lo lamentaba.
El sueño se volvía cada vez más real, hasta que de repente desperté, sin saber como había llegado a recostarme en su cama.
Me incorpore, me acerque al escritorio, y entre los dibujos y escritos encontré una carta,
Donde mi padre me explicaba su partida, me decía que algún día lo entendería, pero que por el momento tenia que aceptar los hechos como se daban.
El debía ir al encuentro de mi madre. Desde que esa carta había sido creada hasta que yo la encontré pasaron justo 3 oscuros años, la culpa invadió mi ser, quizás si yo la hubiese visto antes podría haberlo acompañado. Pero en cambio, no había tenido la valentía de atreverme a asumir las cosas, y me demore en encontrar esa nota…
- Sin embargo yo sigo sin entender Hara, porque te fuiste…
- La carta era simple, la recuerdo de manera textual:
Haramell, hijo mío, seguramente al leer estas líneas no entenderás su sentido,
Es más, es probable que jamás lo hagas, pero debes saber que volveré pronto,
Es una larga historia y los tiempos de hoy no me permiten explayarme mucho,
Debo ir en busca de tu madre, he cometido un grave error al dejarla partir sola.
Aun no tienes la edad suficiente para poder decirte a donde se dirigió, pero créeme,
Volveremos. Y entenderás todo mucho mejor…
Cuídate y manéjate usando siempre el corazón antes que la fuerza.
Te ama, Garbell, tu padre…
Mi padre ignoraba un detalle, miles de veces los había oído hablar en secreto sobre unas llamadas Torres del Destino, así que por deducción me imagine a donde habían partido.
Sentí culpa por su viaje en soledad, y sin perder más tiempo decidí ir en su búsqueda.
- pero porque no nos buscaste Haramell?! Hubiésemos ido contigo!
O no lo sabias? No hubiésemos estado 7 largos años llorando a un hermano.
- no podían hacer nada Leiden era un camino que yo solo debía atravesar.
Los ojos de Hara demostraban mucha tristeza, se perdían en los recuerdos.
Solamente él sabia lo que había vivido en ese viaje, aunque Leiden conocía a ese ser como si fuese su propio reflejo, sabia que no era conveniente seguir haciendo reclamos que no iban a hacer retroceder el tiempo. En definitiva era tarde, tenían que descansar.
Su amigo había vuelto y ya no partiría, esa charla continuaría, cuando sea el momento adecuado.
- creo que es tarde querido, insinuó Leiden, pediré la cuenta, así vamos a descansar.
- Buena idea, afirmo Hara.
Tras despedirse de Armel, ambos amigos partieron con destino al viejo roble, la antigua casa de Haramell. Leiden lo vio entrar, y siguió camino hacia su hogar.
Hara había vuelto, se encontraba en esa oscura casa una vez mas, repaso con la vista las habitaciones, todo estaba exactamente igual a como el lo recordaba.
Recorrió cada espacio, cada rincón, hasta que por fin se detuvo, justo en frente de la puerta de la habitación de su padre. Sin dudarlo entro, se sentó en el escritorio, y recordó como 7 años atrás en sus manos tenía ese antiguo libro donde había encontrado la carta.
Sentía ese extraño poder en su interior, tenía la necesidad de leerlo, una vez más,
Desesperado dirigió la vista a su bolso, y saco de el un pequeño detalle que le había ocultado a su amigo Leiden, con mucho cuidado, como si manipulara el mas frágil de los tesoros, comenzó a hojear el libro carmesí de las almas.

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