Al volver a casa solo encontré silencio, todos estaban dormidos. No me había dado cuenta, pero el encuentro con Hara había durado más de lo que había parecido. Me sentía realmente cansado, pero debía alimentarme, además mi madre se molestaría mucho si despreciaba la tarta que me había preparado. Siempre tenía esos detalles…
Después de buscar un poco de agua, me senté en la mesa dispuesto a cenar, pero sinceramente me costaba, tenía muchas inquietudes en mente, la charla con Haramell me había dejado más dudas que certezas, era evidente que mi amigo me había ocultado cosas, aunque me costaba admitirlo, Hara ya no era el mismo, había cambiado.
La preocupación aumentaba, hasta que un sonido me distrajo. Estaba seguro, provenía de la habitación de Irkia. Era raro que mi hermanita se encontrara despierta a estas horas, seguramente era Darest, o un simple acto de mi imaginación.
Mejor seria restarle importancia, terminar de cenar, e ir a dormir. Mañana seguramente tendré otro día demasiado largo.
La casa estaba en silencio, estaba seguro, pero al sentir de nuevo un ruido proveniente de la habitación de Irkia, mi tranquilidad y seguridad me abandonaron. Con todo el sigilo que me permitía adoptar ese momento, me incorpore, tome la pequeña daga que siempre cargaba conmigo, y me dirigí a la habitación de mi hermana.
A medida que me acercaba a su cuarto, una fría brisa me despabilaba, de donde provenía, lo desconocía, pero era evidente que era del exterior.
Otra vez un ruido, pero en esta ocasión era similar al sonido de una pisada, no tenia tiempo para perder, alguien ajeno a mi hogar se encontraba en la habitación de Irkia. El retumbar de los latidos que componía mi acelerado corazón me aturdía, pero eso no impidió que mis movimientos fueran rápidos, si había algo que me caracterizaba era mi agilidad. En medio de la oscuridad me introduje en la habitación, daga en mano, dispuesto a terminar con cualquier tipo de amenaza hacia mi hermana. Mi sorpresa al descubrir ese lugar vacío fue paralizante, yo estaba seguro de haber sentido esos ruidos, esa brisa había golpeado con frío mi cara, y comprendí el motivo, al descubrir que la ventana se encontraba abierta de par en par. No entendía como este hecho era posible, dado que mis padres siempre se aseguraban de que nada quedara abierto, era algo que jamás había sucedido. Sin embargo, mi sorpresa se convierto en terror, escalofrío mediante, al mirar hacia la cama de Irkia, y encontrar a mi hermana mirando impávida hacia la ventana, no había notado que Quamar se había asomado y se observaba de esa forma tan directa desde esa ventana. Irkia parecía ausente, su mirada perdía esos pequeños ojos en lo profundo del firmamento, me atrevo a decir que no se había dado cuenta de mi presencia, cosa que confirme al hablarle y no recibir respuesta a cambio.
Me senté junto a ella, la mire fijamente a los ojos, y ella se mantenía inmóvil, como si yo no existiera. De nuevo volví a pronunciar su nombre, obteniendo esta vez una mirada fija y penetrante en lugar de respuesta.
- Estas bien hermana? – Pregunte.
- Leiden, donde estabas, creí que jamás te volvería a ver.
- De que hablas Irkia? Te sientes bien?
- Si hermano me encuentro bien.
- Que haces despierta, que observabas?
- Ellas me despertaron, me estuvieron vigilando todo el día. Y esta noche han estado aquí.
- “Ellas” a que te refieres, de quien hablas?
- Las siete sombras Leiden, nunca entiendes nada! Quieren llevarme a jugar, dicen que será divertido, que hay más niños. Pero que no debo decirle a mama y papa, porque no me permitirán ir, los adultos olvidan como jugaban de niños. Esta noche era ideal, pero tuvieron que irse sin poder llevarme porque te vieron, no les caes bien.
- Como lo sabes?
- Escuche que lo hablaban entre ellas, y note como gritaban enfurecidas al irse. Es una lastima, estaba aburrida y sin sueño. Igual, dijeron que no me preocupe, que en otro momento van a volver por mi.
- Escúchame Irkia, y préstame mucha atención, yo no vi a nadie. Estas segura que esto que me cuentas no fue un sueño?
- NOOOOOOOOO! Nunca me escuchan, siempre dicen lo mismo!
- No es así pequeña, pero el único ser en esta habitación eras tu, no vi a nadie saltar por la ventana, ni correr por los campos cuando me arrime a la ella para cerrarla, y mucho menos sentí gritos. Creo que estabas soñando, y eso te confunde, suele suceder.
- No Leiden, ellas volverán, lo prometieron.
- Bueno Irkia, yo estaré aquí, y hablare con ellas.
- No, si tu estas no vendrán.
- De acuerdo, pero cualquier cosa me llamas. Entendido?
- Si hermano.
Irkia le dio un fuerte abrazo y se recostó en su cama, aunque en ningún momento aparto la vista de la ventana. Leiden la arropo, y suavemente empezó a tararear una canción que utilizaba a la hora de hacer dormir a su hermanita, cuando ésta era un bebe. Irkia comenzó lentamente a cerrar sus ojos, y su respiración confirmaba que ya estaba quedándose dormida. Leiden también estaba cansado, era hora de dormir.
Una vez en su alcoba, se perdió en sus pensamientos mientras miraba el techo, la situación que había presensiado con Irkia era extraña, demasiado para su gusto.
Lo que mas lo preocupaba era las palabras de su hermana “Leiden, donde estabas, creí que jamás te volvería a ver” a que se referiría exactamente, no lo sabia. Lo que si tenía claro, era la sensación de angustia que lo abordo al sumergirse en el terror de un sueño repetido:
Siento que corro, pero mis pies no se mueven,
escucho los gritos de mi hermana Irkia en el jardín,
nadie la escucha, solo yo.
Nadie puede ir a buscarla, mis padres duermen,
mis hermanos no están.
El miedo me ahoga, no puedo gritar, y ella,
una y otra vez repite mi nombre
Leiden, Leiden, Leiden!...
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