sábado, 14 de marzo de 2009

Capitulo 9.

- Arkanis, tienes novedades?
- Si señor, nuestros enviados han encontrado a la niña.
- Perfecto, cuando crees que estarán aquí con ella?
- Al amanecer, estaban pasando las montañas, vive en una pequeña aldea.
- Buen trabajo Arkanis, y bien, dime, han conseguido las llaves?
- En estos momentos nuestros ejércitos se están alistando para dirigirse a los 7 puntos ancestrales, tienen órdenes de arrasar con todo lo que se crucen, y eliminar a todo aquel que ose interponerse en nuestros planes. Confíe en mi Señor Zargoth, el destino de Melania esta sellado.
- Sabes muy bien que no tienes mucho tiempo, así que aprovéchalo, antes de que mi benevolencia hacia tu mísera persona se agote, y termines convirtiéndote en alimento para Rackoh.
Invadido por el odio que generaban las palabras de Zargoth, Arkanis sintió unas intensas ganas de acabar con su líder, muchas veces se había imaginado viviendo ese placer, clavando su espada en lo más profundo de su pecho, o envenenándolo en la cena,
O simplemente decapitándolo. Pero se le hacia imposible, Zargoth portaba todo el tiempo esa espada maldita, entre otros poderes que concebía estaba el de hacer sentir a su portador cuando su vida corría peligro. Por el momento tenia que someterse a Zargoth, y esperar, seguramente tarde o temprano iba a llegar el momento en que las cosas cambien, y Melania sea suya.
- Señor, no necesita utilizar sus amenazas sobre mi, conoce bien mi lealtad hacia usted.
Soy el que vela porque nuestra campaña se cumpla con éxito.
- Eso espero Arkanis, eso espero…
- Con su permiso mi alteza, debo dar la orden para que el avance comience.
- Perfecto, retírate, y no vuelvas, hasta que vengas con buenas noticias.
- Como usted desee- contesto fríamente Arkanis. Haciendo una leve reverencia, se alejo de los aposentos del Señor Zargoth, para perderse en la oscuridad del palacio, el camino hacia donde esperaban sus tropas era largo.

- Bien Flouter, con cuantos contamos?
- 4.000 Gmonts, 3.000 Anderions con sus respectivos jinetes, 1.000 Doriants del este, y viene en camino una avanzada Skull.
- Son pocos, debemos asegurarnos las 7 conquistas.
- Señor, perdone mi atrevimiento, pero los números no ganan guerras. El asedio esta completamente basado en estrategias, eso nos hara ganar tiempo hasta que lleguen los refuerzos que fueron solicitados a los comandantes de las razas del oeste. Créame, saldremos victoriosos.
- Confío en que así sea Flouter, o Zargoth colgara nuestras cabezas como adornos en su sala.
Me dirigiré a los claros del palacio, llego la hora de que nuestro ejercito comience su misión, es tiempo de poner fin a la era de la luz en las tierras de Melania.

Al acercarse a los balcones de la sala de las tempestades, el murmullo de las huestes formadas en las afueras de la fortaleza Forbloom le erizaba los sentidos.
Pero como comandante del ejército negro, debía dar el discurso que iniciara esta campaña, la ultima de su carrera como militar.
Al ver ese tumulto de seres, que si bien no era lo numeroso que el creía necesario, impresionaba con su actitud, quedo paralizado. Inspiraban terror.
Ahí estaban, los estupidos y torpes Gmonts, formados con sus esplendorosas armaduras de onix, vistos a esa distancia parecían una sombra gigante portadora de muerte. Y pensar que tantas veces el pueblo Gmont solamente había sido utilizado como mano de obra barata.
Éstos fueron obligados a retirarse de los lindes del bosque de Armah, cuando fue completamente devastado por Zargoth, con el fin de recolectar madera para su proyecto bélico. Condenándolos así, a vivir en las cavernas del sur, donde se volvía imposible encontrar tierra fértil. Los Gmonts se alimentaban de las sobras que enviaba Zargoth, quien ya se los había imaginado como peones en su tablero. Debido a la falta de alimentos a la que fueron sometidos los Gmonts, fue posible sumergirlos mas rápido en los deseos del líder oscuro.
Y ahora ahí estaban, luego de un arduo entrenamiento, habían sido convertidos en maquinas asesinas, carentes de fuerza de voluntad, debido a su ignorancia por lo correcto o incorrecto, idolatraban a Zargoth, como si fuera un dios.
Luego de pasar su vista por los Gmonts, Arkanis enfoco su visión en figuras que surcaban los aires.
Se imaginaba a los Anderions desplegar sus enormes alas sobre los cielos libres de esta era, tapando y ocultando todo rayo del sol, sin duda sumergirían en oscuridad esta guerra.
Eran fieras provenientes del mismísimo infierno, descendientes de los ancestrales dragones de Broth, una especie que un día supo conquistar los cielos de Melania, pero que misteriosamente milenios atrás desaparecieron, sin dejar rastro alguno.
A diferencia de sus similares Anderions, los Dragones de Broth no eran presos de una sed insaciable por la sangre ajena, y poseían un amor incondicional por la vida en armonía.
Montados sobre los Anderions se podía ver a los guerreros Tarkors, provenientes de las húmedas islas del oriente medio, eran una raza que odiaba a todo tipo de ser viviente no proveniente de sus islas. Habían aceptado pertenecer a las filas de Zargoth, con la inamovible condición, de que el líder oscuro devastara las tierras de los Tormmos, una tribu vecina de éstos, muy similar en costumbres y cultura, pero totalmente diferente en su egocentrismo.
Hasta el momento Arkanis se encontraba anonadado por lo que sus ojos le presentaban, pero sin ningún lugar a dudas impresionaba mucho más el observar a los Doriants, eran gigantescas masas musculosas, sus dos cabezas aterrorizaban cualquier sueño, convirtiéndolo en la peor pesadilla. Provenientes de las montañas heladas del este, vivían en soledad, aislados de un mundo que en un principio los aparto por su diferencia física, los Doriants habían experimentado la discriminación en carne propia, un hecho que había generado un odio incontrolable por los seres de Melania distintos a ellos. Era una raza guerrera, acostumbrada a cazar para sobrevivir, y debido al hábitat que conformaba la cadena montañosa Ejjostruk, los Doriants podían sobrevivir a los climas más hostiles de Melania.
La sensación que sentía Arkanis al observarlos era por demás excitante, sentía el placer de la victoria en sus manos. Ya se lo imaginaba…
Fue Flouter el encargado de devolver a la realidad a Arkanis.
- Señor, están esperando, deben partir.
- Si, tienes razón, me perdí en mi imaginación, ver tantas armaduras onix me dieron la impresión de estar observando una gran sombra, sin duda generan un gran impacto visual.
- Así es señor, debo confesar que me inspiran mucho terror, pero a la vez una profunda tranquilidad al saber que no estoy en su camino.
- Jajaja… te entiendo Flouter, y también entiendo que llego la hora. Has sonar el cuerno de Kelmarath.
- Será un placer.

El sonido proveniente de Kelmarath fue ensordecedor, debido a esto, todas las huestes apostadas en las afueras de Forbloom quedaron paralizadas, observando al balcón de las salas de las tempestades. Ahí se veía erguirse una imponente figura, la de Arkanis Sortepuk, general del ejército al que habían jurado lealtad incondicional, lo único que impediría cumplir su juramento seria solamente la misma muerte.
Flouter una vez más volvió a descargar todo el aire que sus pulmones podían recoger en el Cuerno de Kelmarath.
Y esta vez obtuvo como respuesta el sonido de los 7 cuernos de Florjag, entregados a los Tenientes encargados de guiar a las divisiones en esta empresa.
Las huestes aclamaban feroces, aturdían los corazones que presenciaban ese momento.
Repetían una y otra vez el nombre de su nuevo líder, ese que se había levantado y resaltado entre las sombras. Ese que les había prometido un mañana distinto, ajeno a toda bondad, sumergidos en los placeres prohibidos.
Entre esos alaridos desencajados por la locura que les generaba el odio hacia los seres libre, por esa sed incontrolable de sangre fresca, repetían al unísono:
“Zargoth, Zargoth, Zargoth, Zargoth, Zargoth…”
Los vítores se convirtieron en estallidos al ver aparecer de repente a la figura de su líder en el balcón. Zargoth observaba con soberbia a esas inmundas criaturas que lo idolatraban. Fue entonces que levanto sus manos, en señal de sus deseos de hablar.

Hijos del oscuro mañana, el momento ha llegado! Es hora de recuperar el orden en la tierra de Melania, es tiempo de someter a los otros pueblos a nuestros deseos, es hora de que entiendan, que un solo régimen moldeara la nueva vida.
Basta de ver a los líderes “libres” como se jactan en llamarse, invadiendo tierras ajenas, haciendo y deshaciendo pactos hipócritas útiles únicamente para la conveniencia de unos pocos. Ustedes fueron ignorados, desde hace mucho tiempo.
Ustedes fueron marginados, obligados a vivir aislados de un mundo que no los comprende, que les teme, tanto por ideales culturales, como por diferencias físicas.
Fueron impulsados a vivir lejos de riquezas, tanto materiales, como terrenales. Obligándolos muchas veces a cazar para sobrevivir, siendo victimas en incontables oportunidades del hambre que los desbastaba al no poseer tierras aptas para los cultivos. Negándoles la posibilidad de dialogar, de pertenecer al desarrollo que experimentan ellos hoy. Fueron egoístas, y se burlaron de ustedes, sin importarles que tanto ellos como ustedes son convivientes en Melania.
El fin de esas injusticias, esta muy cerca. Lo llevan ustedes en su sangre, en la armadura fundida de Onix que portan con gran esplendor, lo llevan en el odio que ellos mismos generaron, y que los hundirá por su mayor punto débil, su vanidad.
Marchen tropas oscuras, marchen por el mañana que hace tiempo se merecen.
Quiero ver a los numerosos Gmonts degollar sin piedad a nuestros enemigos, saquear las aldeas, incendiar las viviendas de quienes osen hacerles frente. Quiero ver a los hábiles Tarkors montar sus majestuosos Anderions, oscureciendo todo a su paso con el batir de sus alas, generando terror en el corazón de cada impuro. Quiero ver a cada Doriant aplastar a nuestros enemigos, como si se tratara de unos pobres insectos.
Marchen tropas oscuras, recuperen lo que les han hurtado.
Los gritos de las masas fueron ensordecedores, una vez más.
Coreaban el nombre de Zargoth perdidos en júbilo, como si invocaran al dios de la guerra para que los protegiera en esta batalla.
Sonaron una vez mas los 7 cuernos de Florjag, que avivaron más el ánimo de las filas, pero de nuevo Zargoth levanto sus manos, en señal de silencio, y prosiguió con su discurso:

Hoy, ustedes son los protagonistas del final de la era de la luz.
Conquistaran esta tierra, y serán creadores de un nuevo mañana, de un futuro merecido.
Marchen tropas mías, hacia la victoria. Marchen con seguridad porque únicamente…
Hoy, ustedes, son los padres de la eterna oscuridad.


El sonido del cuerno de Kelmarath, dio inicio a la última guerra de esta era.

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